Es uno de los accesorios de belleza más importantes; y es que el lápiz labial es una promesa permanente de belleza, seducción y autoestima para cualquier mujer. Existe hace un poco más de 100 años, pero la costumbre de pintarse los labios es tan antigua como la misma historia de la humanidad.
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Quien se atreva a negar que los labios no son la parte más sensual del rostro; probablemente no tenga ni idea de lo que está hablando; y es que los labios y en especial los labios de la mujer tienen el poder de transmitir femineidad, serenidad, sensualidad y si a esto se le añade color todo esto se intensifica. El aspecto de los labios pueden darnos una pista de la edad, el estado de ánimo y de salud de una persona, es por esta razón que desde épocas inmemoriales las mujeres han buscado formas de resaltarlo.
En la antigüedad el maquillaje era un símbolo de status ya que solo las personas privilegiadas podían acceder a él. En Mesopotamia por ejemplo; para fabricarlo se utilizaban pigmentos naturales extraídos de la cochinilla, o preparados con henna o arcilla, que se solían mezclar con piedras preciosas para dar brillo, formando una pasta que luego se aplicaba a los labios.
Las egipcias iniciaron la moda de pintarse los labios con un tinte hecho de ocre rojo y óxido de hierro natural que extendían con un cepillo o un palito, también se teñían los dedos de las manos y de los pies con henna para conseguir una coloración anaranjada rojiza, y acentuaban con una tonalidad azul las venas de sus senos y daban un toque dorado a sus pezones. En Japón también se utilizaba el maquillaje denso y barras para los labios de color oscuro se fabricaban con alquitrán y la cera de abejas.
En la Grecia Antigua pintarse los labios tenía una connotación totalmente diferente y estaba asociado con la prostitución, donde era una ley que las meretrices se pintaran los labios con tonos oscuros. Era mejor no intentar pintarse, porque nadie quería ser identificada como una "porní" que era la palabra en griego para definir a una prostituta.
El cristianismo condenó el uso de labiales o cualquier tipo de maquillaje. Los labios rojos se asociaron con la adoración de Satanás, y se sospechaba que las mujeres que utilizaban labial eran hechiceras, brujas, o amantes del maligno. Los bálsamos, en cambio, si eran aceptados, y así de manera muy discreta se empezó a agregar color a los bálsamos, recurriendo a extrañas técnicas como pellizcar los labios, morderlos o frotar los labios con diversos materiales para que parecieran más rojos; pero con mucho cuidado, ya que mucho color podría tener un castigo ejemplar "y ser quemada en una hoguera, no era precisamente algo agradable".
En el Siglo XVI el labial re-aparece durante el reinado de la reina Elizabeth de Inglaterra (1533-1603) que era una fanática del maquillaje. Ella popularizó la piel pálida y los labios rojos, con la intención de realzar su apariencia casta y etérea, no por nada la llamaban "La Reina Virgen"; pero sólo las mujeres nobles podían hacerlo. Debido a la presión de la Iglesia durante muchos siglos el maquillaje estuvo reservado a actores y prostitutas.
Así se tuvo que esperar hasta finales del Siglo XIX (1870), cuando la casa de cosméticos Gerlain creó un palo hecho de sebo, cera de abejas y aceite de oliva con color, envuelto en papel, con costos de fabricación más baratos y facilidad de transporte, lo que lo hizo muy popular.
Pero es en 1915, que el estadounidense Maurice Levy inventó el antecedente más cercano de lápiz labial que hoy conocemos; creó un cilindro de metal con una pequeña palanca a un lado que levantaba una barra de labios para su aplicación mientras la protegía cuando no estaba en uso. Se corrió un rumor que los tubos eran fabricados con cubiertas de munición, lo cual ahuyentó a la clientela.
Durante los locos años veinte, cuando las mujeres acortaron las faldas y empezaron a vivir vidas más libres, aparece la versión del labial que hoy conocemos. En 1923, James Bruce Mason Jr. inventó un sistema del lápiz labial que con un giro la barra de labios va saliendo poco a poco y luego de usarla a través del mismo sistema se guarda. Fue un éxito inmediato y pintarse la boca se convirtió en algo natural sin esa aureola de "mujer pecadora" que tuvo durante años. Evidentemente las nacientes estrellas del cine mudo y las "fiesteras flappers" se convirtieron en las principales difusoras de esta moda y pronto todas las mujeres del mundo occidental se pintaban los labios a través de este dispositivo innovador. La publicidad a través de las revistas también se encargó que las mujeres se vieran tentadas a utilizar colores fuertes y sugerentes.
Helena Rubinstein, (1872-1965); creadora de un imperio basado en la belleza inventó el labial de arco de cupido o "Wanted Rouge" a mediados de la década de los veinte que prometía dar esa codiciada forma de corazón a los labios. En esa misma época aparece labial Tangee (mandarina), una verdadera maravilla que se ajustaba al tono de la piel después de su aplicación, y que era "waterproof" y permanente; solo una aplicación era necesaria al día por su poder de fijación pero al poco tiempo la fórmula tuvo problemas, producía resultados desiguales y el color se impregnaba en áreas diferentes a los labios, creando en muchos casos una extraña "boca de payaso".
La Depresión de la década del 30 no disminuyó el consumo y durante la Segunda Guerra Mundial con la escasez de metales, hizo que los tubos de los labiales fueran reemplazados por materiales como el plástico. El maquillaje en las mujeres fue una forma de aumentar la moral en los soldados que estaban en el frente; los medios escritos de la época y Hollywood se encargaron de crear la imagen de una mujer seductora con los labios rojos. Las "pinups girls" en poses provocativas, fueron un claro ejemplo de este período.
La idelebilidad, es decir la permanencia, volvió a estar de moda en 1950, cuando la química Hazel Bishop (1906-1998), presentó su labial duradero, indeleble y pigmentado. En pocos años capturó el mercado estadounidense, comenzando lo que hoy se llama “la guerra del labial”. Por su parte la marca Max Factor lanzó su labial con brillo, un acabado antes reservado para la industria del cine; en la que también participó Charles Revson Revlon (1906-1975), con una línea más económica que lo convirtió en el vendedor número 1 de labiales en Estados Unidos.
Hollywood contribuyó a popularizar el uso del labial en todos los rincones del mundo y actrices como Grace Kelly, Marilyn Monroe, Audrey Herpburn y Elizabeth Taylor, todas ellas con labios carnosos intensos y cubiertos de labial, fueron el modelo a seguir por millones de mujeres.
A medida que el consumo se popularizaba, las mujeres demandaban labiales más cremosos, con una muy buena gama de colores y con altos niveles de permanencia. Afortunadamente, la industria química, fue capaz de propocionar las materias primas que se necesitaban para realizar esto.
En 1960 los colores rojos profundos dieron el paso a los corales, rosas y tonos nacarados, pigmentos más homogéneos y más duraderos. Su inspiración eran las artes y la cultura popular. En 1973 Bonnie Bell presentó “Lip Smackers”, que era un labial con sabores. Estos se convirtieron en un éxito instantáneo entre las jóvenes adolescentes.
En 1980, la vestimenta recargada evidentemente influenció en los labios, las audaces bocas rojas fueron una manera de comunicar un estilo. Hacer coincidir el color de los labios con los diferentes atuendos se volvió la norma; Madonna y Whitney Houston contribuyeron a difundir esta tendencia, o series como Dallas o Dinastía.
La década de 1990, trajo nuevamente otra vez el maquillaje simple, la consumidores se volvieron cada vez más consciente del medio ambiente y creció la demanda de fórmulas libres de químicos. Marcas como Mac, Urban Decay hacen su aparición.
El nuevo milenio trae otra vez la moda del brillo inspirado, por íconos de la música como Britney Spears, Cristina Aguilera o "party girls" como Paris Hilton. El brillo en los lápiz labiales se convirtió en la regla.
Hoy la variedad de colores y fórmulas disponibles son alucinantes. Desde los tonos "nude" hasta las opciones más divertidas como el amarillo o el verde, el labial se ha convertido en un símbolo de expresión.
El labial ha recorrido un largo camino desde las piedras e insectos triturados, hasta las fórmulas super avanzadas que tenemos hoy en día. Lo que es un hecho es que el labial siempre ayudó a las mujeres a sentirse mejor y será un accesorio que la acompañará por siempre.