Isabel II, musa de artistas
18 de septiembre 2022
3 minutos
Quizás no lo sepa pero dos mujeres radicalmente diferentes sirvieron de inspiración al gran Andy Warhol: la primera en 1962 fue Marilyn Monroe, conocida como "la bomba rubia de Hollywood" que el artista inmortalizó en una de sus más representativas obras. La otra -23 años después- fue la reina Isabel II; y es que para Warhol ambas tenían la fuerza y personalidad para ser sus musas inspiradoras. Entendemos perfectamente la fascinación por Marilyn, ¿pero porqué la reina Isabel II?: muy sencillo la soberana inglesa desde su ascensión al trono en 1953 se convirtió en una figura pública muy poderosa, que transmitía dignidad, poder y tradición; elementos que la catapultaron a la categoría de celebridad al punto de servir no solo de inspiración para Warhol, sino para miles de artistas alrededor del mundo que la inmortalizaron en incontables piezas de arte. Aquí la historia:
La muy tradicional y políticamente correcta reina Isabel II (1926-2022), coincidió alguna vez con la “bomba rubia de Hollywood”, que no es otra que la icónica Marilyn Monroe (1926-1962). ¿Qué tenían en común estas dos mujeres tan diferentes para coincidir en un mismo lugar? pues nada y a la vez mucho. Para empezar habían nacido en el mismo año y para el momento del encuentro las dos tenían 30 años, fama y poder. Se encontraron en la premiere de la película The Battle of the River Plate en el London’s Empire Theatre en 1956. La reina saludó a la actriz con la amable frialdad que siempre la caracterizó a lo que la actriz contestó con una reverencia en la que dejó ver su amplio escote, frente al cual la reina no movió una sola pestaña.
Dos mujeres totalmente diferentes se encontraban por primera vez: la primera era la reina de Gran Bretaña y la otra reina de Hollywood, ambas reinas pero con súbditos muy diferentes. Al día siguiente del encuentro la imagen estaba en todos los periódicos del mundo, y a miles de kilómetros de Londres, en Nueva York el artista Andy Warhol (1928-1987) mientras tomaba café y leía el periódico, miraba la fotografía divertido. Resultaba curioso ver juntas a dos mujeres radicalmente opuestas pero poderosas; una con gran poder institucional y la otra con un magnético poder sexual. En ese instante Warhol concluyó que ambas serían en algún momento la inspiración para alguna de sus obras, no estaba seguro cuándo sucedería...pero decidió que lo haría.
La obra que tuvo a Marilyn como inspiración fue realizada por Warhol poco tiempo después del dramático suicidio de la actriz en 1962, y se trata de una serie de 4 retratos de la actriz de encendidos colores, en un momento en que el artista saltaba a la fama. La obra de la reina Isabel II fue realizada en 1985, -dos años antes que el fotógrafo muriera- y se inspiró en una fotografía que se le tomó a la soberana en 1975 luciendo una tiara y una muy leve sonrisa, poco antes de cumplir 49 años. Al igual que con Marilyn se trata de una serie de cuatro retratos cargados de color y atrevidas figuras geométricas. De la obra de la reina Isabel se hicieron solo 40 copias, que después de 27 años la Casa Real Británica pudo adquirir una y esto con motivo del Jubileo de Diamante de la reina en el 2012.
Andy Warhol, "el referente por excelencia del arte pop" consideraba que la reina Isabel tenía esa aura especial para pasar a la posteridad en una de sus obras. No necesitaba de películas, ni de ser la protagonista de tórridos romances, para que el fotógrafo viera en ella todo lo que deseaba expresar. La reina Isabel II se convirtió en una “chica Warhol”, al igual que en su momento lo fue Marilyn.
A lo largo de los 70 años de reinado de Isabel, al igual que en su momento sucedió con Warhol, muchos otros artistas han decidido inmortalizar a la reina, al punto que el historiador David Canndine-1950, profesor de la Universidad de Princeton declaró hace poco que la reina Isabel II ha sido el personaje viviente que más veces ha servido de inspiración para artistas alrededor del mundo, al punto que hoy es imposible llevar la cuenta de todo de lo que en materia de arte se ha realizado teniendo a la soberana como modelo.
Las obras de arte que de la reina existen son muy variadas, y de todos los tamaños; van desde pinturas, fotografías, esculturas, hologramas y hasta carátulas de discos, como el que por ejemplo realizó el grupo musical Sex Pistols en 1977 utilizando el rostro de la reina y donde el tema God save the Queen fue el hit del momento y que no fue para nada del agrado de la Casa Real.
Curiosamente a pesar de ser fuente inspiradora de miles de obras, la reina nunca tuvo un pintor de cabecera. El candidato que más cerca estuvo de esa codiciada posición fue el italiano Pietro Annigoni (1910-1938), que pintó un retrato de la reina en 1954 y nuevamente en 1969. La primera obra de este talentoso italiano capturó la atención mundial, ya que por la manera como fue enmarcado y la vestimenta que utilizó la soberana, daba la impresión de haber sido realizado en plena época del Renacimiento.
El retrato realizado por Annigoni despertó tanta admiración que 50 años después Annie Leibovitz-1949, -afamada fotógrafa norteamericana-, inmortalizó a la reina en una de sus fotografías inspirándose en la obra del italiano y donde aparece Isabel II ya de pelo platinado mirando de manera agradablemente seria a la cámara.
Es cierto que por la fama que tenían Annigoni y Leibovitz, sus trabajos tuvieron repercusión mundial, pero son muchos los anónimos artistas que decidieron que la reina era el personaje perfecto para plasmar su talento, muchos de ellos auténticos desconocidos, cuyos trabajos aparecen de cuado en vez en mercados de pulgas, pero otros han alcanzado notoriedad. Lo cierto es que independiente de la fama, todos tienen en común el haber caído subyugados al deseo de inmortalizar a la hoy desaparecida soberana.
Es cierto que de la reina hoy se pueden encontrar más fotografías que pinturas, y esto debido a la época que le tocó vivir; pero muchas de ellas son fotografías fascinantes. Dorothy Wilding (1893-1976), por ejemplo tuvo a su cargo las fotos de la ascensión de Isabel al trono en 1952, y se concentró en inmortalizar la belleza y juventud de la reina en ese momento de su vida, mientras que Cecil Beaton (1904-1980) fue quién tomó las fotos de la coronación en 1953, transmitiendo a través de su trabajo casi un cuento de hadas, la historia de una joven que de la noche a la mañana pasa a ser la mujer más poderosa de un país en un entorno de boato y esplendor.
En tiempos relativamente más cercanos, Antony Armstrong Jones, conde Snowdon, -casado en 1960 con la hermana de la reina, la princesa Margarita (1930-2002)- y también Patrick Lihcfield (1939-2005), prefirieron retratar a la soberana de manera más natural, de modo que las imágenes que de estos artistas nos llegan, muestran a una Isabel menos rígida y más humana, lo que cambió mucho la percepción del pueblo británico respecto de su reina, suavizándola y haciéndola más accesible.
A este trabajo de hacer de la reina un ser mas terrenal, los paparazzis también han hecho su parte, ya que han captado a la monarca en escenas en las que parece un ser común y corriente y no este personaje inalcanzable, controlado y perfecto que el protocolo de la Casa Real exige que sea; y es así que abundan imágenes de Isabel riéndose a mandíbula batiente, bostezando y también con cara de extrema preocupación, como cuando por ejemplo el castillo de Windsor ardió en llamas en 1992, y también cuando se tuvo que tragar su orgullo y caminar delante de los miles de arreglos florales ubicados delante de las puertas del Palacio de Buckingham cuando murió Diana en 1997; y donde al final del recorrido a la reina se le aguaron los ojos cuando una niña se acercó para entregarle una rosa y decirle "tú también necesitas flores"; y es que al final ella era un ser humano como cualquier otro, a pesar que siempre trató de mantener la compostura y no manifestar emociones en público.
Además del trabajo realizado por Andy Warhol en 1985, la fotografía del alemán Gerhard Richter-1932, es sin lugar a dudas la más famosa obra de arte moderno que de la reina Isabel II existe. Se trata de una litografía de 1966 y que toma como base una fotografía de la reina que apareció en prensa. El artista procesó la imagen y la convirtió en un singular retrato de 70cm x 60cm donde la imagen se ve borrosa pero es indudable que se trata de Isabel que luce irreal, como envuelta en una bruma de misterio. La obra fue adquirida por el Tate Museum de Londres en 1988. El artista nunca explicó porque la pintó así.
Un comentario aparte merece la obra que de la reina realizó Lucian Freud (1922-2011) en el año 2000. El pintor era amigo del secretario personal de la reina Robert Fellowes-1941, que le pidió en 1999 realizará un retrato de la monarca. No crean que Freud aceptó de inmediato, se le tuvo que convencer y al final aceptó. Fue un trabajo arduo que duró casi 6 meses, desde mayo del 2000 hasta diciembre del mismo año. Cuando Freud pintó a la reina, él tenía 77 y ella 74, y no vayan a pensar que se trata de un retrato enorme, es más bien uno muy pequeño de 17cm de alto x 16cm de ancho. Las medidas causaron gran controversia, pero al final el artista se impuso logrando una obra espectacular. En ella la reina luce una diadema sobredimensionada con una expresión de preocupación; y es que el artista quería plasmar todo lo que la reina había visto y vivido durante sus años de reinado.
La prensa no tomó para nada bien el trabajo de Freud totalmente diferente al que por ejemplo pintó Annigonni en 1954, para muchos el trabajo del pintor alemán fue casi un insulto, una especie de caricatura de la reina Al final Freud regaló el cuadro a la colección real y no cobró nada. La reina nunca hizo un solo comentario respecto de este retrato.
Isabel II ha sido fuente de inspiración para consagrados artistas, pero también anónimos debutantes y su rostro ha servido para realizar muy diferentes trabajos: clásicos, expresionistas, y otros muy modernos. Lo cierto es que más allá del resultado final, la soberana inglesa siempre ejerció una fascinación en miles de artistas que la inmortalizaron y que hoy después de su partida cada una de esas obras quedan como una muestra del papel que ella desempeñó en la historia del siglo XX tanto para Gran Bretaña como para el mundo.
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