Si en estos días te has quedado pegado al televisor viendo los nueve episodios que relatan las "glamorosas aventuras delictivas" de Anna Delvey -o como realmente se llama, Anna Sorokin-1991-, a través de la plataforma Netflix; entonces con seguridad estarás totalmente al tanto que uno de sus planes era el de lanzar The Anna Delvey Foundation o como ella presuntuosamente la llamaba ADF.

 

Anna visualizaba ADF como un muy exclusivo club VIP que giraría alrededor del arte, y que también se convertiría en una plataforma para impulsar a prometedores talentos y que debido a su envergadura era necesario que operara en un edificio histórico;  y no tuvo mejor idea que escoger uno ubicado en una de las calles más exclusivas de Nueva York: el #281 de Park Avenue South.

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El edificio en Park Avenue no es parte de la ficción creada por Shonda Rhimes-1970 como parte de la trama de la historia y fue parte real del sueño de Anna para poner en marcha su fundación. Ella estuvo muy cerca de poderlo alquilar, pero fue apresada y juzgada antes que lo lograra,  y es que Anna no se iba con juegos, aspiraba solo a lo grande,- es cierto  a través de engaños-, ...“vaya muchachita”.

¿Pero cuál es la historia del edificio que Anna nunca pudo tener? Para empezar la dirección es la que la serie señala, el #281 Park Avenue  y se encuentra en la esquina exacta con la calle 22. Para los que no se ubican pues les diremos que está a 6 cuadras de Union Square, ¿ya se ubicaron?

 

A lo largo de algunos episodios de la serie, se muestran primeros planos de la fachada del edificio y en uno de ellos inclusive Anna lo contempla maravillada desde el exterior, alucinando que pronto sería la sede de lo que en su psicótica cabeza ella entendía como ADF. Incluso tuvo el desparpajo de llevar a arquitectos, abogados y consultores para hacer un recorrido de la propiedad imaginando lo que se podía hacer en cada uno de los pisos; y es que Anna vivía en un mundo inventado, pero lo más triste era que los demás se lo creían.

La propiedad en cuestión, tiene 4500 m2 de área efectiva , levantados  en 6 pisos sobre un terreno de 450m2. Fue construido en 1890, en plena "Edad de Oro", período donde muchas de las grandes fortunas norteamericanas se gestaron. 

 

La fachada construida de granito está inspirada en la arquitectura de Amsterdam en el medioevo y la estructura es de acero. Los arquitectos encargados del proyecto fueron Edward J. Neville Stent y Robert W. Gibson (1854-1927), los de moda en esa época. ¿Y para que se construyó? pues el edificio fue la sede  de la Iglesia Episcopal norteamericana, siendo conocido como Church Missions House  y operó en esta ubicación hasta 1963 cuando fue vendida a la Agencia de Federaciones Protestantes por $350,000, los que destinaron casi medio millón de dólares en renovaciones. En 1979 el edificio fue declarado patrimonio cultural de la ciudad de Nueva York.

Hoy la propiedad pertenece a Aby Rosen-1960 un magnate de bienes raíces de origen alemán que actualmente vive en Nueva York. Él es el cofundador de RFR Holding, empresa que posee una cartera de 71 propiedades en ciudades como Nueva York, Miami, Las Vegas y Tel Aviv.

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Adicionalmente Rosen es un muy respetado coleccionista de arte moderno y contemporáneo, que cuenta por ejemplo con 800 piezas de arte de la posguerra entre las que se incluyen 100 obras de Andy Warhol y también obras de Jean-Michel Basquiat, Alexander Calder, Damien Hirst, Richard Prince y Jeff Koons, es decir Aby Rosen es todo lo que Anna soñó con ser, pero que no logró, claro que en este desquiciado mundo todo es posible.

 

Coincidentemente justo en la época que Anna fue arrestada en Malibú (en el 2017), el edificio se alquiló a la empresa Fotografiska; una organización fotográfica sueca que también tiene sedes en Estocolmo y Tallin en Estonia, y que hoy utiliza el edificio de Nueva York como galería y salas de exhibición donde se exponen de manera permanente los trabajos de consagrados fotógrafos, pero también de prometedores "nuevos talentos".

Fotografiska en Nueva York es mucho de lo que Anna quería hacer con el edificio, ya que cuenta además de las muchas salas de exhibición con un café, un wine bar, una librería y un espectacular restaurante en el sexto piso, que nos imaginamos que si Anna llega a visitarlo se pondría verde de la envidia.

 

Tanto éxito ha tenido la serie en la que se cuenta la inverosímil historia de Anna, que Fotografiska ha empezado a ser visitado por más publico que el usual y hoy hay lista de espera para poder realizar un recorrido. Nos imaginamos que con seguridad muchos de los que llegan a esta galería imaginarán a Anna recorriendo el edificio, pero es mejor no imaginarla tanto, ya que si se la llegaran a encontrar es muy probable que terminen envueltos en alguna de sus muy elaboradas estafas.