Diana Vreeland la primera Miranda Priestly
Durante años se ha pensado que el personaje de Miranda Priestly, la terrible editora de moda en la película "Devil wears Prada" interpretado por Meryl Streep; se inspiró exclusivamente en Anne Wintour, la actual editora de Vogue; pero lo cierto es que la construcción del personaje también estuvo influenciado por la primera editora de moda que el mundo conoció; la legendaria Diana Vreeland.
La película “The Devil Wears Prada (2006)” inspirada en la novela del mismo nombre, escrita por Lauren Weisberger (1977), después de 14 años de haber sido estrenada sigue generando atracción en miles de personas alrededor del mundo que la vuelven a ver una y otra vez, fascinados con el personaje de Miranda Priestly, la terrible editora de la revista “Runaway”.
Durante años se ha dicho que el personaje estaba inspirado en Anna Wintour (1949), actual editora de la edición norteamericana de la revista Vogue, amada y a la vez temida por diseñadores, modelos y fotógrafos. Nadie puede negar que efectivamente hay muchos rasgos de Wintour reflejados en Miranda Priestly, pero lo que muchos ignoran es que antes de la hoy poderosa editora de Vogue existió un personaje mucho más polémico que durante años fue la gran sacerdotisa de la moda; nos referimos a Diana Vreeland (1903-1989), editora de revistas como Harper´s Bazaar y Vogue durante los gloriosos años cuarenta, cincuenta y sesenta y que el personaje Miranda Priestly para la película, fue construido también con características de esta enigmática mujer.
Diana Vreeland fue editora de moda en una época en la que ese cargo realmente no existía; ello lo inventó y lo profesionalizó; antes de ella, amas de casa con buen gusto eran las que marcaban la línea de las principales publicaciones de moda pero de una manera tímida e invisible.
Diana llega al mundo de la moda casi por casualidad; ella era un niña de una familia acomodada en el Nueva York de principios del Siglo XX, que como era natural se esperaba se casara, tuviera hijos y se dedicara 100% a la casa; pero Diana era diferente; para empezar no era bonita y su madre se lo hizo saber desde que ella se acuerda, llamándola “patito feo” y comparándola con su hermana menor que era toda una belleza. Diana creció sabiendo que no era bonita pero al llegar a la adolescencia tomó una decisión: quizás no sería bonita, pero se convertiría en una mujer encantadora y extremadamente elegante. Su estilo y personalidad la convirtieron en toda una celebridad en el Nueva York de los años 20, y sin ser la más bonita o la mas rica logró casarse con uno de los solteros más guapos de la época; Reed Vreeland (1899-1966); del cual toma el apellido (su apellido era Dalziel) con el que siempre se le conoció. Con Reed formó una familia, tuvo dos hijos, Thomas y Frederick; parecía que Diana había conseguido todo lo que había deseado; pero ella quería más.
Durante un cocktail en 1936, Carmel Snow (1887-1961), editora en jefe de Harper´s Bazaar; descubre a Diana y queda impresionada por su elegancia y sofisticación; inmediatamente le ofrece trabajo como editora de moda; Diana duda al principio –nunca había trabajado- , pero al final acepta. Carmel Snow había descubierto a la primera y más legendaria editora de moda del mundo.
Diana Vreeland trabajó en Harper´s Bazaar desde 1936 a 1962 y llevó la moda a niveles nunca antes vistos; popularizó el bikini, descubrió a las más cotizadas modelos de la época; entre ellas Lauren Bacall (1924-2014), que luego se convertiría en actriz y la estrella de la película Casablanca (1942), trabajó de la mano con los mejores fotógrafos de la época; Richard Avedon (1923-2004) o Louis Dahl-Wolfe (1895-1989). El mundo de la moda se rendía a sus pies y su ojo conocedor era sinónimo de autoridad.
Pero no todo era color de rosa, Diana era exigente, demandante, nunca estaba satisfecha y llevaba a sus colaboradores al límite; para ella no había vida personal, y pretendía que todo el mundo compartiera su visión. Era muy conocido que su equipo le tenía terror, jamás gritaba, pero era habitual que sus irónicos comentarios hicieran derramar lágrimas a más de un colaborador; pero a pesar de esto todo el mundo quería trabajar con ella. ¿Les parece familiar esta descripción? Pareciera que hablamos de Miranda Priestly.
En 1961 muere Carmen Snow, editora en jefe de Haarper´s Bazaar; Diana esperaba que se le ofreciera el cargo, era lo lógico; no había otra que pudiera hacer el trabajo como ella; pero no se lo ofrecieron, Diana supo que era ese el momento de decir adiós.
En 1962 se une a Vogue, donde en 1963 es nombrada editora en jefe. Bajo la dirección de Diana Vreeland; la revista vivió una auténtico renacimiento; son legendarias las imágenes en las que la moda se mezclaba con mundos inventados, bizarros y atrevidos. Ninguna publicación en el mundo logró reflejar como Vogue, durante esos años el espíritu de una época. Diana también se encargó de lanzar al estrellato a modelos de una belleza muy diferente, como Twiggy (1949), Penelope Tree (1949), y a diseñadores que iniciaban sus carreras a finales de los sesenta, tal es el caso del español Manolo Blahnik (1942), al cual Diana Vreeland de alguna manera descubrió, o la famosa diseñadora Diane Von Furstenberg (1946), a la cual apoyó incondicionalmente.
Diana Vreeland afirmaba que veía cosas en la gente antes de que ellos mismos las vieran y se le reconoce la habilidad de abarcar y mezclar de forma magistral no solo la moda, sino también el arte, la música y los temas de sociedad, a través de costosas producciones de presupuestos inimaginables, cosa que al final le pasaría factura al ser despedida de Vogue en 1971.
Que familiar suena el despido de Diana Vreeland de la revista Vogue, con aquella escena de la película “Devil wears Prada” en la que Miranda Priestly ve peligrar su puesto en la revista “Runway”, cuando se entera de un complot para reemplazarla por Jacqueline Follet, editora de la versión francesa de Runway; justamente por la misma razón por la que Vreeland fue despedida. La diferencia es que en la película Miranda logra imponerse y dejar claro que sin ella “Runway” no sería nada.
Para los setenta Diana Vreeland era la editora de revistas más famosa del mundo pero estaba desempleada; eso duraría muy poco y es así que en 1973 es invitada para integrarse como consultora al Metropolitan Museum of Modern Art de Nueva York, donde tuvo a su cargo montar exposiciones de moda cargadas de la magia que sólo ella sabía crear.
Bajo su dirección el Museo más famoso de Nueva York vivió una época dorada, donde las exhibiciones eran el pretexto de juntar en un solo lugar a los ricos y famosos del mundo alrededor de un tema: “El mundo de Balenciaga” en 1973 ; o “La gloria del vestido ruso” en 1976 por citar algunas. Este espectáculo que en los setenta creo Diana Vreeland fue heredado por Anne Wintour que lo viene organizando desde 1995.
Diana Vreeland estuvo a cargo de las exhibiciones del Museo Metropolitano hasta 1984, año en el que finalmente decidió que era mejor dar un paso al costado. Cinco años después moriría en Nueva York a los 85 años.
La historia de Diana Vreeland es fascinante y definitivamente sirvió de inspiración para crear ese personaje inolvidable que es Miranda Priestly; es cierto el personaje de Miranda tiene también muchas características de la actual editora de Vogue, Anne Wintour, pero definitivamente el personaje de la película tiene características de la llamada en su momento “la gran emperatriz”, la gran y única Diana Vreeland.