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Mientras que la mayoría de mujeres dedicadas al modelaje tienen una carrera efímera, evidentemente truncada por el paso de los años, existe una mujer estadounidense que lleva vigente cerca de 75 años. Hoy Carmen Dell'Orefice tiene 90 años y sigue causando en cada una de sus apariciones en pasarela  aplausos, revuelo y admiración: y es que Carmen tiene un secreto: "para ella la edad literalmente no significa nada".

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Carmen Dell’Orefice-1931 cumplió en junio pasado 90 años, y viene modelando desde que tenía 14; haga usted las matemáticas. A los 13 años ya aparecía en las páginas de la revista Vogue y a los 15 llegaba a la portada, pero todo esto para ella no significa nada, y no es que no se encuentre orgullosa por una carrera espectacular, pero realmente de lo que está orgullosa es de continuar trabajando y de vivir cada día con energía y esperanza, y esto es algo que no todos los adultos mayores pueden decir.

Mirando hacia el pasado Carmen confiesa “Nunca entendí que fue lo que vieron en mí, que fue lo que les gustó, era una flaquita sin mucha gracia”, pero lo cierto es que hoy la modelo más vieja del planeta aún en actividad, durante su juventud fue la musa de diseñadores y favorita de fotógrafos, que veían en ella una belleza clásica, y que al pasar el tiempo siguieron prefiriendo por que Carmen tiene eso que supera a la belleza física: estilo, clase y distinción, y eso es algo que los años no tienen el poder de arrebatar y que no se compra en ninguna parte.

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La historia de Carmen se remonta al hoy ya muy lejano 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando en una esquina cercana a su casa y esperando el ómnibus para ir a la escuela, la esposa de un famoso fotógrafo la vio y quedó impresionada por su belleza, pero principalmente por su estilo, a los 13 ya era muy alta, con un cuello larguísimo que la hacía parecer más alta aun y esa especial complexión física la llevo en menos de un año a posar para el mismísimo Salvador Dalí (1904-1989), por el trabajo con el famoso pintor Carmen cobró la tarifa típica de esa época, $7.00 por unas horas de trabajo, pero Dalí quedó tan impresionado que le regaló un cuadro.


A los 18 años Carmen ya trabajaba para los fotógrafos más famosos de la época como Cecil Beaton(1904-1980), Norman Parkinson (1913-1990) o Richard Avedon (1923-2004), y hoy 77 años después marcas como Rolex, Chanel, Palacio de Hierro o diseñadores de la talla de Thierry Mugler-1948, Galliano-1960 o Jean Paul Gaultier-1952, la siguen buscando como imagen de sus campañas o para abrir o cerrar desfiles: y es que sin importar la edad que tiene, sigue proyectando estilo y elegancia, inclusive altivez y cierta arrogancia, -a pesar que en el trato cotidiano es muy amable y accesible-; y es que tener a Carmen asociada a una marca es un sello indeleble de sofisticación pura.

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Hoy Carmen continua siendo muy parecida a la Carmen de los años cincuenta, sigue con una envidiable postura, altísima, delgada, pero hoy luciendo su característica cabellera blanca, que es su sello característico. Admite que tiene una que otra cirugía, que refuerza sus huesos con inyecciones de silicona y que se somete frecuentemente a dermo abrasiones para acabar con las arrugas y el daño causado por el sol, así luce una piel sana y tersa, y un rostro natural; bebe mucha agua, come lo justo necesario, pero no se mata de hambre, ya que le encanta el chocolate; evidentemente no fuma y camina mucho, y esto aparentemente es lo que la hace lucir así, al punto que sigue utilizando zapatos de taco alto a diferencia de sus contemporáneas que hace rato se vieron obligadas a bajarse de ellos.

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Muchos ven a Carmen y piensan que fue criada entre algodones, pero es todo lo contrario, Carmen fue la hija única de una pareja de inmigrantes, -un violinista italiano y una bailarina húngara- que vivían con muchas estrecheces pero mucha dignidad en el Nueva York de la Segunda Guerra Mundial, al punto que cuando empezó a modelar todos sus ingresos se destinaban a mantener a su familia. Carmen conoce perfectamente lo que es pasar necesidades y es muy consciente y ordenada con el dinero, ya que como ella dice "cuesta mucho ganar cada dólar".

Su vida sentimental también ha sido poco común, se casó tres veces: la primera a los 21 años, con Bill Miles, del cual se divorció a los pocos años, luego a los 28 años fue flechada por  el fotógrafo Richard Heimann, pero a los pocos años se divorciaba nuevamente cuando él le confesó que no estaba preparado para vivir en pareja. En 1964 se casó por una tercera vez, esta vez con el arquitecto Richard Kaplan un hombre emocionalmente maduro con el que vivió por 11 años, pero en 1975, Carmen decidió que la libertad era su principal valor y se divorció por tercera y última vez; evidentemente esto no la limitó para vivir años después  grandes y tórridos romances, muchos de los cuales no solo le dejaron profundas huellas emocionales, sino económicas, ya que no faltó alguno que sacara ventaja del dinero y la fama de la modelo.

 

Hoy Carmen vive cómodamente en un departamento de Nueva York, clásico y elegante, pero lo más admirable, es que con 90 años sigue trabajando para vivir, y es que a pesar de tener una buena situación económica, es una apasionada de su trabajo; las marcas y los diseñadores la siguen buscando, porque tiene algo que hace que no la puedas dejar de mirar y también admirar,  ya que es como decía Coco Chanel (1883-1971)  "la mujer debería ser dos cosas: elegante y fabulosa”.

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Carmen Dell’Orefice está agradecida con la vida y más aún con la vejez, “en los últimos 20 años he estado en más portadas que los 50 anteriores”. La modelo con más experiencia del mundo confiesa que está triste por el rumbo que ha tomado el modelaje en la actualidad. “Ahora todo es sexual, no hay romance ni elegancia. Todo es una muestra vulgar de lo que es la vida, que triste”, asegura.

Mientras miles de modelos entran a las pasarelas y muchas otras salen, Carmen Dell’Orefice todavía tiene campañas en lista y a pesar de su edad es el referente de muchas mujeres jóvenes, a quienes les recomienda no matarse la cabeza comprando cremas antiarrugas, ni de extra humectación. “Basta con que te apliques un buen protector solar todos los días, aún si no piensas salir de casa”, y ese consejo viniendo de Carmen es oro en polvo.

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